La desaparición de Georges Bataille se convierte para Maurice Blanchot en ocasión de pensar la amistad ligada a la inminencia de la muerte; de soportar la proximidad del amigo en el reconocimiento de una extrañeza paradójicamente común. A partir de la ausencia de centro que es para Blanchot la escritura, los ensayos que componen La amistad buscan hacerse cargo del movimiento infinito de la literatura y del «insensato juego de escribir». Sus temas van de la tarea del traductor al nacimiento del arte; del comunismo a la transgresión; del judaísmo al problema del lenguaje. Y hacen este recorrido leyendo a los escritores en sus obras y en su compañía: con Kafka y Char, Camus y Duras, Leiris y Paulhan, Bataille y Klossowski. En «la amistad libre, desapegada de todo lazo».