David Llorente, armado de una tinta mágica y una maestría artesanal, ha trazado una novela por donde circulan la inteligencia descuadernada de Boris Vian, la crónica social de García Márquez y la brutal ternura de un escritor checo que se suicidó al querer atrapar una paloma que se había posado en su ventana. David Llorente nos ha enseñado que es imposible luchar contra unas babosas que, aprovechando la sombra de la noche, devoran las dalias de nuestro jardín.