Pero ¿de qué están hechos los héroes? Duke no era más que un actor. Nunca guerreó contra los indios en el Lejano Oeste ni acribilló a forajidos mexicanos ni diezmó las filas del enemigo japonés. Vivió casi toda su vida en Glendale, Los Ángeles, Encino y Newport Beach. Nunca fue militar. Entonces, ¿por qué evoca su figura sensaciones tan eternas y poderosas? ¿Por qué se han acuñado medallas con su imagen, bautizado escuelas y aeropuertos con su nombre? ¿Por qué los televidentes siguen encontrándose con sus películas todas las noches?.
A esas preguntas, y a otras muchas, intenta responder el autor. En esta primera parte, Juan Tejero disecciona la vida real del mito, describiendo una personalidad compleja, tan marcada por la fragilidad y la inseguridad como por la fuerza y el coraje. También aclara algunos puntos relativos a la aportación de Ford a la carrera de Duke, revela la verdadera razón que le impidió alistarse en el Ejército y derriba algunos otros de los mitos que rodean una vida que no necesita embellecimientos.
Fiel al alcohol, al tabaco y, sobre todo, a sus amigos, nunca fue un buen marido. Abandonó a tres esposas y se negó a casarse con la última mujer de su vida. El suyo era un mundo de hombres, en el que las mujeres apenas tenían sitio y las energías se dedicaban al trabajo y a un círculo íntimo de amigos varones. Luego, en la pantalla, en todas sus películas, en todos sus personajes, Wayne encarnó a John Wayne, una imagen que él mismo construyó a su medida: el tipo duro, áspero e inadaptado, entregado a la defensa de los valores tradicionales de la frontera... y de su país.