Esta obra, fruto de una profunda reflexión ante lo que el autor considera un gran problema y no duda en calificar de abominación, no busca atraerse el favor de unos o de otros, sino que se esfuerza por informar al pueblo de Dios acerca de la cremación, cuestión sobre la que se enseña poco. Tenemos ante nosotros, pues, un tema de reflexión de enorme importancia para todo cristiano, puesto que se trata de la última decisión que tendrá que tomar en esta Tierra. En la actualidad, ante el enorme avance de la incineración, urge poner al descubierto todos los aspectos de este rito ancestral que se volvió a poner de moda en el siglo XIX gracias a la francmasonería y sobre el cual el autor expresa su temor de que llegue a ser una imposición del actual laicismo galopante. Es una decisión cuyas consecuencias espirituales podrían ser más importantes de lo que pensamos. Ante un cuerpo muerto no nos enfrentamos simplemente a un problema ecológico, sino también a un problema espiritual.