La industria cinematográfica norteamericana ha sabido crear un imaginario que hábilmente ha desplegado alrededor del mundo. Este imaginario es mucho más que una simple manifestación del mito del Pueblo Elegido propio de la ideología de una superpotencia. El cine es, asimismo, el medio por el cual Estados Unidos se impone como capital y gobierno del mundo; deviene un instrumento estratégico que produce hegemonía. Jean-Michel Valantin nos muestra cómo los protagonistas de esta historia -Hollywood, el Pentágono y Washington- establecen y sostienen una relación a veces cordial, a veces tensa, pero siempre productiva. Define un supra género, al que denomina "cine de seguridad nacional", que atraviesa todos los géneros cinematográficos. El cine bélico, la ciencia ficción, la comedia, el cine negro y policíaco, el fantástico o el de terror aparecen aquí constantemente influidos por el debate estratégico norteamericano.