Agua viva del arroyo,
mar de luz del universo
del profundo e hiriente dolor
hasta la plenitud de la alegría,
sois el pan de nuestra vida,
la sangre del corazón,
el cantar de mi sentir,
alzo las manos al cielo
y me afano en encontrar,
lo que al poco perderé,
ese olor a hierba fresca
de mis lágrimas,
al caer.