«En un paisaje vencido por el miedo, acechado por señales vedadas y discursos falaces, la poesía debe transformarse en un diluvio de pensamiento que permita reestablecer los contactos perdidos entre tribu y rito, o desvanecerse en la cosificación. La actitud poética es el vehículo suprarreal del habitante-niño que almacena los sueños de la comunidad buscando otros mundos para ser espejo de todos y decir lo que no se transparenta, interpretando los contraluces cotidianos». Iury Lech