Ni menos los políticos de afición, con algo tan gratificante como una denuncia, un proceso más a lo Kafka. Los amantes de la literatura tampoco van a encontrar aquí esparcimiento...
¿Entonces? Me engañaré posiblemente, pero a lo que yo alcanzo no se trata en estas páginas sino de un aguafuerte de lo que esta parcela de la vida da. Fuerte sí, como la vida es, cuando se la coge de cara...
Un trozo y acto de esta sociedad que hacemos todos, así en cueros, y sin más, apenas con unas cavilaciones cuando apretaba el engorro... Sin florituras novelescas...»
Enrique de Castro. Primero le llamaron «niño de Serrano», luego «cura rojo», después «cura protestante», ahora el «cura de los manguis» y mañana Dios dirá. Nació en Madrid el 10 de febrero de 1943 y fue ordenado en marzo del 72.