Sus formas son muchas y variadas, pero generalmente tienen forma humana de tamaño diminuto, con alguna grotesca exageración de tal o cual parte del cuerpo.
Como quiera que la materia etérea es plástica y fácilmente modelable por el poder del pensamiento, son capaces de asumir cualquier aspecto que les plazca, si bien tienen de por sí formas peculiares que llevan cuando no necesitan tomar otras con determinado propósito y no ejercen su voluntad para transmutarlas.