Durante los años noventa del siglo XX gran parte de los denominados nietos de la guerra alcanzaron su mayoría de edad social. Muchos pertenecían a una generación mucho menos marcada por las consecuencias traumáticas de la guerra civil y menos comprensiva con el mantenimiento de las políticas de fomento de la memoria, aunque ambos elementos fueron determinantes para que se implicaran más activamente en la búsqueda de la trayectoria vital de sus ancestros. Paralelamente, la apertura de diferentes archivos, hasta entonces vedados, facilitó que nuevas hornadas de investigadores se implicaran en la reconstrucción de esa parte del pasado. En el caso de Galicia, la Facultad de Historia de Ourense fue pionera en la apertura de esas líneas de investigación basadas en la sistemática exploración y utilización de las fuentes militares, policiales y carcelarias, imprescindibles para el estudio científico de lo que fue la represión franquista en esta comunidad, donde los formalismos legales y las prácticas religiosas heredadas explican la generalizada costumbre de dar sepultura a los asesinados en las parroquias más cercanas al paraje de ejecución, pero no aclaran el porqué de los incontables lugares de muerte dispersos por toda la geografía gallega.