«Las revueltas han sido frecuentes tanto en Oriente como en Occidente»: con estas palabras resumía el panorama de su siglo, el XVII, un cronista francés. Efectivamente, en tomo a las fechas 1640-1660 se registran numerosas revueltas y revoluciones en Europa, Asia y Amé- rica. En ellas participan todos los grupos sociales, pero son los campesinos los que desempeñan un papel más significativo, y al análisis de algunos movimientos campesinos dedica Roland Mousnier este estudio. Estos movimientos han tenido unas características peculiares en Francia, en Rusia y en China. Las revueltas originadas en Francia y en Rusia surgieron como reacciones contra el Estado, cuya centralización había desembocado en la reducción de libertades y privilegios locales tradicionales, con el gravamen de unos impuestos decididos en una coyuntura económica difícil por razones de origen climático. En China, la crisis del Estado está provocada por el declive de la dinastía Ming. Por otra parte, mientras en Francia y en China una serie de aspectos rigurosamente registrados por el autor impidieron que las revueltas cristalizaran en revolución, en Rusia el Estado simplificó progresivamente la sociedad, y la dicotomía resultante, al inmovilizar a los hombres en el marco de una sociedad de órdenes cada vez más rígida, provocó una verdadera tentativa de revolución.
Al comparar estos tres casos entre sí, el autor pretende discernir las posibles diferencias, explicables por las peculiares estructuras socia- les y las semejanzas propiciadas por coyunturas parecidas. De este intento emergen algunas sugestivas hipótesis orientadoras de futuras investigaciones.