Los círculos paganos no reducían la experiencia de la filiación al puro hecho de la generación natural de los hijos. La política de sucesión imperial, la instrucción pagana entre griegos y romanos son valiosas muestras de ello. ¿Tuvo acaso esta amplia idea de «filiación» sus repercusiones en la reflexión de los primeros teólogos? Por otro lado, la identificación de Jesús con el Mesías, hijo de Dios, ¿se situaba en contraste con todas las corrientes judías de entonces? Los cristianos no respondieron a estas y otras preguntas de modo unánime; la ortodoxia cristiana, reflejada en los evangelios y en las epístolas paulinas, tampoco exigió una férrea uniformidad en todos los casos. Además, han de contarse otras líneas de reflexión cristiana que, a la postre, fueron consideradas como heréticas y marginales.
A pesar de la relevancia cristológica de estas cuestiones, en un mundo como el de los primeros cristianos, la reflexión acerca de Cristo tuvo implicaciones inmediatas en el pensamiento antropológico, cosmológico, etcétera. Además, lo doctrinal, entre cristianos que viven lo que creen, se abre espontáneamente a lo sociológico, atañendo al campo de las ciencias humanas. En fin, los cristianos, inmersos en el mismo mundo que sus contemporáneos paganos, y en estrecha relación con las distintas sectas judías, reciben, rectifican o rechazan, según el caso, los distintos módulos corrientes de filiación, cuando no generan los propios.
Después de la publicación, en esta misma Editorial, del primer volumen de Filiación (2005), ve la luz este segundo, dando así continuidad al proyecto llevado a cabo por el Instituto San Justino que pretende ir configurando un corpus de estudios que sirva como punto de referencia para todos los que se interesan en el mundo de los primeros siglos cristianos.