Corre el año 2008 y Joseba Lareki, un exguardia civil vasco que ha combatido a ETA. Corre el año 2008 y Joseba Lareki, un exguardia civil vasco que ha combatido a ETA como agente infiltrado de los Servicios de Información del Estado, vive en una apacible playa de pescadores de la costa de Cartagena, con la única compañía de un viejo marino. Expulsado del Cuerpo, intenta olvidar su pasado, que incluye un exacerbado amor platónico por Edurne Zabalegui. Edurne, es la hija del industrial maderero de ideología nacionalista Tomás Zabalegui, y desconoce absolutamente la existencia de Lareki y por tanto, sus sentimientos hacia ella. Lareki recibe la llamada de su antiguo superior, el general Nazario Mejía, para que vuelva al norte, a escoltar a Edurne, que ha sido víctima de un atentado fallido. Lareki se enfrenta al deseo de volver a ver a la mujer que ama y al rechazo que le produce regresar a la atmósfera opresiva que envuelve la lucha contra ETA. Pero no tiene otra opción. En deuda con Mejía, se ve obligado a volver. De regreso en el norte, junto a sus antiguos compañeros, Gerardo, y el francés Dominic, Lareki tratará de evitar que ETA alcance a Edurne y a su vez, vencer la resistencia de la chica a dejarse proteger. Los sentimientos de Edurne con respecto a Joseba, irán cambiando con el paso de las semanas, pasando del rechazo a su nuevo escolta, a una creciente atracción. Al mismo tiempo, el general Mejía, que intuye que tras el atentado se esconde algo más que un motivo político, encarga al teniente Mario Cabreira, que se haga cargo de la investigación del caso. Cabreira, que es un joven oficial de San Fernando, de mente analítica y carácter socarrón, también tiene la misma percepción. Pero Mejía esconde información al teniente. No le ha dicho, que el padre de Edurne Zabalegui, fue décadas atrás su confidente y que delató a varios miembros de ETA. Una novela donde el thriller y el romanticismo se dan la mano.