El único y su propiedad sienta las bases del anarquismo individualista y es precursora del pensamiento nietzscheano. Para Stirner el individuo debe ser el único ser supremo, liberado del yugo de Dios y de su reflejo en los humanismos. Este individuo autoliberado es el Egoísta, el Único que más tarde daría lugar al Superhombre nietzscheano, y sólo asumiendo sin hipocresías ese egoísmo esencial, el hombre puede llegar a ser feliz. Stirner distingue entre el concepto de sociedad, asociación forzosa y represiva de seres alienados controlada por el Estado, y el de libre asociación de individuos soberanos con fines mutuamente egoístas. «Nada prevalece sobre mí», sentencia sin concesiones. Esta obra, que no ha perdido un ápice de actualidad, según Habermas el producto de la rigurosidad de un monomaníaco, ha ejercido una profunda influencia en varias corrientes de pensamiento, que abarcan desde el anarquismo hasta el liberalismo capitalista.