Una metáfora del encierro existencial en la que está atrapado el hombre moderno.
Un edificio de la colonia Condesa, en el corazón de la Ciudad de México, está sitiado: los servicios telefónicos y de energía eléctrica han sido suspendidos, nadie puede salir o entrar, no hay comunicación con el exterior. Pero la vida en cada uno de los veinte departamentos continúa y sus habitantes, sin escapatorias posibles, tienen que enfrentarse con la imagen misteriosa y dramática de un universo cerrado. ¿Hasta dónde se extiende ese sitio que parece no tener fin? ¿Se trata de un sitio real o es más bien la alucinación del sacerdote alcohólico, desde cuyo punto de vista conocemos una parte de la historia?
Vivir en la Ciudad de México -la más populosa, la más extendida, la más contaminada y una de las más inseguras del planeta- puede resultar la experiencia apocalíptica de inminencia cotidiana con la que Ignacio Solares regresa a las estructuras cerradas y ambiente fantástico de sus primeras obras Anónimos, Delirium Tremens, para acercarse, con la elegancia de lenguaje y estructura que le caracterizan, a complejas situaciones humanas. El mosaico resultante constituye una gran metáfora del encierro existencial en que sin remedio está atrapado el hombre moderno y del cual sólo la fantasía, el amor y la experiencia de Dios sin intermediación alguna constituyen las únicas salidas posibles.
Una metáfora del encierro existencial en la que está atrapado el hombre moderno.
Un edificio de la colonia Condesa, en el corazón de la Ciudad de México, está sitiado: los servicios telefónicos y de energía eléctrica han sido suspendidos, nadie puede salir o entrar, no hay comunicación con el exterior. Pero la vida en cada uno de los veinte departamentos continúa y sus habitantes, sin escapatorias posibles, tienen que enfrentarse con la imagen misteriosa y dramática de un universo cerrado. ¿Hasta dónde se extiende ese sitio que parece no tener fin? ¿Se trata de un sitio real o es más bien la alucinación del sacerdote alcohólico, desde cuyo punto de vista conocemos una parte de la historia?
Vivir en la Ciudad de México -la más populosa, la más extendida, la más contaminada y una de las más inseguras del planeta- puede resultar la experiencia apocalíptica de inminencia cotidiana con la que Ignacio Solares regresa a las estructuras cerradas y ambiente fantástico de sus primeras obras Anónimos, Delirium Tremens, para acercarse, con la elegancia de lenguaje y estructura que le caracterizan, a complejas situaciones humanas. El mosaico resultante constituye una gran metáfora del encierro existencial en que sin remedio está atrapado el hombre moderno y del cual sólo la fantasía, el amor y la experiencia de Dios sin intermediación alguna constituyen las únicas salidas posibles.