Kathryn creía conocer muy bien a Hugh Parkinson, su jefe, al que tenía por un tipo encantador y libertino acostumbrado a que las mujeres cayeran rendidas a sus pies y a llevar una vida muy fácil. ¡Estaba segura de que, para él, no era más que su eficiente secretaria hasta que un día estuvo a punto de perder lo más preciado que había en su vida y Hugh la ayudó ofreciéndose a casarse con ella!
Pero todo tenía un precio y Hugh quería que ese matrimonio de conveniencia le asegurara que Kathryn iba a seguir siendo su secretaria y su amante?