Viudo, sesenta y ocho años, profesor de secundaria jubilado, padre de una hija que no contesta al teléfono, lector resignado de novelas de quiosco: no parecen rasgos que concuerden con el héroe tradicional de los relatos de intriga. Pero cuando en su tediosa existencia se interpone un mensaje en clave que promete revelar misterios de siglos atrás, Santiago Beltrán comprende de súbito que para ser protagonista de una trama policíaca basta con estar dispuesto a descalzarse las pantuflas.
En pocos meses, comprobará con una combinación de curiosidad, entusiasmo y pánico cómo sus problemas de tensión se entremezclan con el legado de un arqueólogo nazi y sus esfuerzos por recomponer su maltrecha familia se ven amenazados por la presencia de un antiguo dios egipcio con cabeza de halcón: Horus, cuyo ojo sagrado otorgó la victoria a los ejércitos de Alejandro, César y Napoleón. Todo para acabar reconociendo que huir en medio de la noche de hombres que no conoce y exhumar secretos de archivos que se remontan a la Segunda Guerra Mundial merece más la pena que pasar el domingo jugando al dominó. Aunque el corazón ya no esté para esos trotes.