En cuanto vi que Nathaniel volvía a invocarme, supe que algo no iba bien. La primera vez que osó molestarme tuve que ayudarle a robar el amuleto de Samarkanda. ¿Qué querrá esta vez? Parece ser que el niño tiene algún que otro problema: en Londres medio barrio de Picadilly ha sido destruido y le han dado seis semanas para descubrir al culpable. ¡Qué pereza! Con lo bien que estaba yo tomando el sol. ¿Por qué me hará trabajar? ¿Por qué no invocará a un espíritu inferior? En fin, no puedo negarme, pero eso sí, hemos llegado a un pacto: seis semanas, solo estaré seis semanas a su servicio, yo después me piro...