Sherlock Holmes y el doctor Watson se encuentran charlando una fría mañana de primavera, después del desayuno, y Holmes se lamenta de que los criminales han perdido audacia y originalidad. Dice literalmente: "En cuanto a mi pequeño consultorio, parece que está degenerando en una agencia de recuperación de lápices perdidos y de consejos a jovencitas de internados escolares. Creo que, al fin, he tocado fondo". Holmes muestra a Watson una carta que