Lo escribí en 48 horas, de corrido y sin releer, encerrado en una celda del remodelado convento de San José, sede de la UIMP conquense, entre el Jueves y el Viernes Santo de 2004. Sin guión previo y sin más reglas que las que las de la improvisación, eligiendo las palabras que me venían a la mente, relevantes por muy diversos motivos. Ahora echo de menos algunas en el índice pero por algo quedarían en el tintero. Estas son las que salieron a la primera. Si el efecto "desatascador" se cumple, las restantes brotarán con facilidad en lo sucesivo.