Sólo una gran novela como El coleccionista de mundos podría explicar qué impulsó a este hombre singular que convivió con una cortesana en la India, que dedicó incontables noches a estudiar los textos sagrados, que en Arabia pasaba por un nativo y en África asumió fatigas sobrehumanas. Y también por qué, hasta hoy día, Occidente no ha comprendido en absoluto a Oriente ni sus misterios.