Sin renunciar al hilo conductor de la cronología y la geografía (desde la Lituania de la infancia, pasando por el Estrasburgo de los años universitarios o el campo de prisioneros de guerra en la Alemania nazi, hasta el París donde se desarrolló la mayor parte de su vida), el libro presta especial atención a los testimonios, no siempre coincidentes en la imagen transmitida, de hijos y nietos, amigos, colegas o discípulos, sin descuidar el registro de los encuentros del propio autor con su biografiado. Las amistades (Maurice Blanchot, Jean Wahl), las enseñanzas (Chouchani), las influencias (Rosenzweig, Husserl, Heidegger) y los diálogos (Paul Ricoeur, Jacques Derrida, Juan Pablo II) se dan cita en este recorrido. Este mosaico devuelve así acentuada por el impacto traumático de las barbaries del siglo la complejidad de una vida, más acá del estereotipo hagiográfico.