Un trapo que gotea leche, el sabor extraño de un dedo en la boca, un lugar sin piedad envuelto en alambres y tres nombres que estallan en la oscuridad: Rosa, Stella y Magda. Fueron los tiempos sin sentido en un campo de concentración donde el horror se repartía a granel, pero hubo quien logró sobrevivir, llevar su tragedia lejos e hilvanar un futuro.
Stella ahora está en Nueva York y se ha inventado una vida nueva. Magda... Magda era muy niña cuando todo pasó. Rosa ha ido rodando como un botón maltrecho hasta las costas de Florida, y cultiva su extravagante cordura por las calles de Miami. Para ella no hay futuro porque todo es pasado y la memoria, terca, insiste en devolverle aquel chal sucio con sabor a leche y saliva...
Con esas pocas cosas, casi nada para casi nadie, Cynthia Ozick construyó en 1977 esta pieza única en la literatura del siglo XX, y Oscar Astromujoff ha iluminado sus palabras con unas imágenes que indignan y emocionan.
«Estas ilustraciones son hilos visionarios, gritos silenciosos que hieren el aire y se quedan grabados en la retina... Estoy emocionada.»
Cynthia Ozick