En su ruta hacia lo sobrenatural, Sueiro se encontró de repente conduciendo en compañía de los ángeles y descubrió que, en su agotamiento, ellos lo mantenían al volante. Así lo expresa cuando confiesa que éste fue (al menos hasta ese momento) el libro que más tiempo le llevó escribir y más estudio le demandó. Es razonable tanto esfuerzo: los ángeles son un dogma en las principales religiones de la historia y, como tal, debe ser tratado con el respeto y la cautela con los que mi papá solía acunar estos temas. Curioso por naturaleza y oficio, Sueiro se enfundó los guantes de faena y comenzó a separar las flores de los yuyos en un terreno tan manoseado como es el de los ángeles; caldo de cultivo para falsas promesas, imágenes no reconocidas por ninguna religión, ritos absurdos y supersticiones. El resultado está en sus manos, con un ayudante y mucho amor, él nos enseña qué, quiénes y cómo son nuestros grandes amigos del alma. Rocío Sueiro