Educar en la comunidad y en la familia analiza la necesaria comunicación entre familia, el centro educativo y la comunidad que debe existir para favorecer la implicación de todos los colectivos en la tarea educativa y propone pautas que guíen a los adultos en los dos ámbitos (cognitivo y emocional-social) a fin de evitar una desorientación o un aprendizaje de estrategias inadecuadas.
El texto parte de los principios propuestos en la carta de Ciudades Educadoras, que concibe la propia ciudad como agente educador para desarrollar propuestas de acción educativa en las diferentes fases del crecimiento del ser humano (primera infancia, segunda infancia, pubertad y adolescencia).
El concepto de Ciudades Educadoras no considera la educación como un reto individual, de una sola persona o de un único grupo de personas sea el contexto familiar o escolar, si no que considera que la pertenencia a una comunidad implica establecer unas reglas de juego que favorezcan el proceso de desarrollo a nivel afectivo y emocional, de comunicación, de autonomía, de socialización, etc.