El budismo, en tanto que forma de vida, es un medio para explorar mediante la experiencia meditativa, de manera directa y personal, las preguntas más importantes y esenciales que todos nos hacemos sobre nosotros mismos,el mundo y nuestra relación con él, en lugar de hacerlo a través de la especulación abstracta. Ni la enseñanza, ni la transformadora vivencia sin mediación alguna a la que ésta apunta y conduce, ofrecen o suponen una teoría sobre la vida, sino más bien una luminosa invitación a participar de lleno en ella, cualquiera que sea.El aspecto medular del Dzogchen, el milenario vehículo no-dual de la más antigua tradición tibetana, es la iluminadora certeza de que todas las criaturas vivas sin excepción comparten desde un tiempo sin principio el estado natural de perfección. Su práctica,en consecuencia, se dirige desde el mismo inicio a alumbrar en el yogui la experiencia propia de tal esplendor, sin voluntad de cambio, de ser otro o de ser mejor, puesto queel despertar es el simple despertar a la perfección que ya está ahí por derecho propio. Podemos hallar en este libro el estímulo y la inspiración para encontrarnos con una mirada nueva, capaces de reconocer en lugar de ignorar nuestro verdadero rostro y nuestro potencial sin límites, capaces de aceptarnos tal cual somos, en lugar de seguir acumulando historias y relatos mil sobre nosotros mismos, capaces de volver a casa,a la casa de la que en puridad nunca salimos, y capaces en definitiva de querernos de corazón y por tanto de florecer.