Sin embargo, los planes de Isabel, tan cuidadosamente elaborados, empezaron a torcerse cuando Cormac O?Neill, el arrogante reportero, un hombre destrozado por la guerra, apareció para desenterrar el pasado. Siempre se le había dado mejor exponer las vidas de los demás que su bien protegido corazón, pero la apacible vida en una pequeña ciudad, unida a la ardiente sensualidad de la cocina de Isabel, lo habían animado a revelar unas cuantas verdades sobre sí mismo.
La ensoñadora dulzura del verano era la época perfecta del año para exacerbar las emociones en una historia donde el pasado y el presente iban a colisionar para crear un inesperado futuro.