La Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Madrid, del 16 al 21 de agosto, fue, según expresó el propio Benedicto XVI, «un acontecimiento eclesial emocionante. Cerca de dos millones de jóvenes de todos los continentes vivieron, con alegría, una formidable experiencia de fraternidad, de encuentro con el Señor, de compartir y de crecimiento en la fe: una verdadera cascada de luz. Doy gracias a Dios por este don precioso, que da esperanza para el futuro de la Iglesia: jóvenes con el deseo firme y sincero de arraigar sus vidas en Cristo, permanecer firmes en la fe, caminar juntos en la Iglesia».