Quien goza de la riqueza de la juventud quiere disfrutar de todo y al máximo. Esta buena disposición hace del joven una buena presa para el engaño. El ansia fanática de vivir lleva a la autodestrucción. ¿Qué se busca en la droga sino la experiencia de infinitud? Sentar a Dios en el banquillo, quitárnoslo de en medio para que no limite la diversión asienta las bases de una cultura de muerte.
En este volumen Benedicto XVI habla con los jóvenes acerca de esta importante dimensión de la vida y, muy especialmente, de la juventud: la diversión.