El esbozo del problema (I) habla de dos dificultades fundamentales (II). En primer lugar, la Iglesia no ha incorporado a sus estructuras avances sociales y jurídicos básicos, como por ejemplo la separación funcional, vinculada a los derechos humanos, de los ámbitos legislativo, ejecutivo y judicial. En segundo lugar, la Curia no representa actualmente las funciones fundamentales de la Iglesia. Una primera directriz espiritual y pastoral: la reforma de la Curia no ha de presentar ninguna estructura de pecado por olvido de los derechos humanos o de la esencia teológica de la Iglesia. Para garantizar que la función y el sentido de la Curia va en la línea del Evangelio (III) se requiere, además del nuevo organigrama de la Curia, máximas generales para la realización de la corporate identity. Dichas máximas se desprenden de una lectura atenta del Concilio Vaticano II. El proceso de reforma de la Curia (IV) solo podrá salir bien si se prevén los plazos necesarios, se inician los correspondientes análisis públicos y especializados y se marcan las primeras y necesarias orientaciones de tipo institucional.