En Sobre verdad y mentira en sentido extramoral Nietzsche entiende que el valor de las formas de verdad y mentira se encuentra en los efectos de un instinto de producción de realidad; siendo consideradas «interpretaciones», ambas se hallan desvinculadas de la tradicional pretensión que las concebía como principios lógicos y que las hacía responder a una metafísica moral cristiana. Pero, puesto que para la retórica de Nietzsche es imposible una intelección de las esencias, todo proceso de aprehensión de la realidad no es otra cosa que una interpretación que no sigue un orden lógico sino prelógico, estético, mediante el cual el hombre se sumerge en ilusiones y ensueños; su mirada se desliza sobre la superficie de las cosas y percibe «formas», su sensación no conduce a la verdad, sino que se contenta con recibir estímulos, como si jugase a tantear el dorso de las cosas.