Diarios de la India es el registro de un trabajo de campo de más de un año con un pequeño grupo religioso brasileño aglutinado alrededor de una mujer -la India- cuyas prácticas místicas estaban destinadas más que nada a provocar el daño, y hasta la muerte, de los enemigos de sus clientes, de sus fieles, y, ante todo, de ella misma; en fin, hechicería en el sentido más estricto de la palabra. Desfilan por estas páginas, además de la protagonista principal, su puñado de acólitos y los diversos espíritus que la poseían, ya en acciones rituales, ya en la vida doméstica. Este libro también es una evocación crítica de la vertiginosa confusión, del extrañamiento y de la marginalidad que caracterizan la labor etnográfica, al menos la labor etnográfica que aquí se presenta.