El amor, la amistad y los recuerdos en su más amplia gama de matices, van tejiendo una estructura envolvente perfumada por la melancolía que no oculta destellos de alegría, ironía y buen humor, sin olvidar ráfagas de ternura que adornan desgracias propias y ajenas en un escepticismo tolerante proporcionado por la madurez.
Acrósticos a gentes y lugares completan este libro que comienza con un relato corto sobre opuestos, dualidad vital complementaria como principio de toda existencia.
Es una obra para sentir, pensar y para sonreír de vez en cuando. Si, después de leerlo, alguien afirma que, simplemente, ha pasado un buen rato, mi alumbramiento no habrá sido en vano. Esa será mi mejor recompensa.