«Esta es una historia triste. Una historia de fantasmas. De jóvenes que murieron demasiado pronto, demasiado solos. Atiborrados de antidepresivos, con una sobredosis de heroína, ahogados en un río, buceando en las simas del océano. Buscaban la muerte, o se la encontraron en el camino, quién sabe; quién es nadie para juzgarlo, quién para tratar de imaginar qué pasaba en aquellos precisos instantes por sus cabezas, por sus corazones.
Y sin embargo no me interesa particularmente hablar de sus muertes como de sus vidas, y de cómo estas pudieron acercarse en determinados momentos a una suerte de estado de gracia, vinculado a su música en casi todos los casos, o a su escritura en otros.»