\"Desde un principio, mi interés por los monumentos islámicos había venido emparejado con la fascinación por la manera como España estaba sucumbiendo cada vez más a la manía por lo musulmán, y me absorbí en las paradojas inherentes a una España en la que lo neo-árabe estaba floreciendo en un momento en el que muchísimos aspectos del auténtico pasado musulmán del país estaban en decadencia... Incluso el estilo en que acabé escribiendo el libro pretendía ser un comentario irónico, tanto sobre el mundo del pastiche musulmán, como sobre las fantasías románticas de tantos de mis compañeros viajeros por la España islámica... Es más, debo señalar que mi imagen, aparentemente fantástica, de un mundo del que se está apoderando rápidamente la cultura del sucedáneo, hoy parece ser aún más verdadera que cuando escribía este libro. Ni siquiera en los momentos en que he sido más impresionable podría haber predicho que para finales del milenio un magnate árabe iba a comenzar a trabajar en una réplica exacta de la Alhambra de Granada de tamaño natural, o que iba a inaugurarse en Marbella, entre una mezquita y el palacio del rey de Arabia Saudita, una discoteca inspirada por este famoso monumento.\"