A partir de tres contratos de venta de guadamecíes para Portugal, firmados en 1515, 1525 y 1552, del Archivo Provincial de Córdoba, Franklin Pereira revela las modas suntuarias que se daban entonces entre nobles y reyes. Cubiertas de pared, guardapuertas, cojines de ?sentarse a la morisca? y frontales de altar con motivos ?de brocado? y ?imaginaría? devocional unían a pintores y artesanos convirtiendo la ciudad en el centro de irradiación del guadamecí. El diálogo entre las ordenanzas del oficio en otros centros ibéricos (Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla y Lisboa) permite entender mejor el arte más refinado del cuero de origen andalusí.