En este poemario la autora invita a echar una mirada observadora y contemplativa a las gentes, costumbres, paisaje, flora y fauna de nuestra vida diaria y ha elegido como puntos de referencia un casi desconocido entorno manchego ?en las estribaciones de los Montes de Toledo? y la remota, aunque mejor conocida región central del Estado de Nueva York. Son las dos perspectivas, de cerca y de lejos, desde las que escribe. Hay que mirar De cerca y de lejos para ver que lo aparentemente más común, lo cotidiano a menudo nos revela una maravilla cada día. Las entrañables relaciones entre abuelos y nietos, las lecciones y juegos para enseñarles a observar, son tan necesarios para nuestra vida como es aprender a aceptar la enfermedad y ausencia de nuestros padres. Junto a penas, desgracias y alegrías brilla la amistad, con sus recompensas y sus faltas, aun cuando seamos incapaces de disfrutarla. Necesario es también pararse a apreciar y admirar las grandezas del entorno físico, las plantas ordinarias, los animales desde los domésticos hasta los insectos que nos rodean queramos o no, sin olvidar los grandes o pequeños rituales provincianos rurales. En nuestro paso por la vida nos damos cuenta de que tenemos que aceptar los retos y valorar lo hermoso que se nos ofrece de manera gratuita así como lo que podamos añadir, de cerca o de lejos.