Todas las preguntas, incluso las más estúpidas en apariencia, esas que a menudo formulan los niños y los adultos que quieren conservar algo de su curiosidad, se deben hacer y pueden esconder reflexiones inesperadas y profundas. La encargada de contestarlas es esa forma cómica y poética de interrogar el método científico y el autor es su principal académico. Él sabe que "bajo la bata del investigador más sabio se oculta, a veces, un payaso en potencia". Lo improbable no solo suele ser más divertido, sino que es posible y casi siempre necesario.