Desde Aristóteles, los pensadores occidentales se han ocupado reiteradamente de dos cuestiones
fundamentales. En primer lugar, ¿cuáles son las relaciones entre la democratización y el bienestar humano? En segundo lugar, ¿en qué condiciones y por qué medios aparecen los regímenes democráticos duraderos? En años recientes, los analistas políticos occidentales han buscado unas respuestas generales a esas dos preguntas que encajaran simultáneamente con las diversas experiencias de las democracias que llevan tiempo establecidas, que explicaran las tumultuosas historias de democratización y desdemocratización (retrocesos o inversiones de los procesos democratizadores) por todo el planeta desde la Segunda Guerra Mundial y que sirvieran de guía para promover democracias duraderas en el mundo contemporáneo. El enfoque que propone Tilly para el estudio de la cuestión es novedoso. El libro analiza las relaciones entre la democratización, la desdemocratización y la contienda política, y establece una articulada teoría sobre el surgimiento de la democracia que en muchos sentidos contradice y cuestiona el sentido común y el consenso académico. Apoyándose en innovaciones teóricas recientes, utiliza una meticulosa comparación de las historias modernas de Francia y Gran Bretaña-Irlanda a partir de 1650 como trampolín para comparaciones más generales a través de Europa (Suiza, los Países Bajos, la península ibérica y otros países) y fuera de ella (Rusia, China y otros países). Lo que consigue mostrar es que la democratización, cuando se ha producido, ha sido el resultado, incierto y contingente, de las luchas sociales y las reivindicaciones populares (como en el caso de siglo británico y francés) donde pocos, si es que alguno, de los participantes trataba conscientemente de originar instituciones democráticas. La democracia no es el resultado de una evolución histórica acumulativa que se traslada del mundo local al terreno de los grandes estados nacionales. El estudio muestra que las condiciones favorables varían de una a otra era, de una a otra región, como función de su historia previa, el entorno internacional, los modelos disponibles de organización política y las pautas predominantes de relaciones sociales.