En nuestros días prevalece un mito ensalzado en muchos libros "pare padres": la adolescencia es una experiencia traumática, que destroza emocionalmente tanto a los padres como a los hijos. Pero parece un hecho comprobado que la mayoría de las familias a lo largo de la historia no han tenido problemas graves en la educación de los adolescentes.
Al parecer, la solidez de la familia es muy importante para conseguir ese éxito. Pero, incluso en sociedades occidentales modernas, donde la tal solidaridad familiar ha sido vapuleada, innumerables padres están haciendo une stupendo trabajo con la educación de sus hijos.
No hay tiempo, por consiguiente, para postergar o demorar lo que hay que enseñar ahora. Es demasiado lo que está en juego. Se necesita urgentemente, un esfuerzo persistente e implacable, poniendo en acción todas nuestras capacidades. Esta lucha es cansada, pero vale la pena. Y este esfuerzo ofrece a los hijos una muy buena formación.