Guidry sabe que la primera regla para huir es «no detenerse», pero, cuando ve a una mujer parada en la carretera con el coche averiado, dos hijas pequeñas y un perro, descubre la manera perfecta de ocultar sus pasos. Ella también ha escapado de una existencia asfixiante en un pequeño pueblo de Oklahoma.
Otra regla: los fugitivos no deberían enamorarse, sobre todo el uno del otro Todo el mundo es prescindible, o debería serlo, pero ahora Guidry no puede dar la espalda a la mujer de la que se ha enamorado. Aunque eso podría costarles la vida a ambos.