La Tierra, tras el gran impacto del meteorito Willbe, se ha convertido en un paraíso apocalíptico en el que los recursos escasean y la supervivencia se hace cada vez más difícil. Otomo y su superior Utsumi, a duras penas, se encuentran con un campo de refugiados en el que el egoísmo campa a sus anchas, pese a que Otomo intenta lo indecible por ayudar a que el desastre no sea aún mayor. En este segundo tomo de Breakdown, Takao Saito demuestra sin paliativos que su narrativa está a la altura de la gran categoría artística que atesora.
La historia se cuenta con la crudeza de la realidad, y en este segundo volumen vemos cómo la histeria comienza a surgir entre los supervivientes, que ven como ni las autoridades ni el gobierno acuden a su rescate. Por si fuera poco, cultivar el campo no es tan sencillo como puede parecer (aleccionante sin duda la anécdota sobre el uso de los fertilizantes en las plantas y el desconocimiento al respecto del uso de los excrementos como tal), las mascotas hasta ahora fieles a los humanos se tornan animales salvajes, comienzan a surgir enfermedades de todo tipo y las noticias del resto del mundo no son especialmente alentadoras. Y por si fuera poco, los instintos más primarios de los hombres comienzan también a aflorar.