Beatriz, una joven zamorana del barrio de Olivares, y Oak, una lobezna nacida en las faldas de la Sierra de la Cabrera, pierden a la vez los sustentos necesarios para la vida: hábitat, familia, alimento y trabajo. En el trayecto vital que realiza cada hembra para sobrevivir, se van definiendo aspectos esenciales de la cultura propia de cada especie y de los efectos generados por la interacción entre ambas. Los personajes que las acompañan en su tránsito, vivos y muertos, contribuyen a ponerlos de manifiesto. Santiago, joven camionero originario de Val de Fuentes, pueblo ribereño del río Negro; Severino, su difunto abuelo; Cedrik, lobo errante que acaba de alcanzar la madurez; Vecio, lobo viejo y apátrida; Manuel, un anciano con añoranzas de otro tiempo; o Lucía, amiga íntima de Beatriz. La violencia de género y de especie, que algunos machos de Homo sapiens infringen a sus hembras y a los cánidos salvajes, se constituye en el hilo que hilvana la vida de Beatriz y de Oak. En Beatriz y la loba, la naturaleza de la comarca zamorana de la Carballeda, es mucho más que el marco en el que se desarrolla la novela. La energía vibrante y sutil de las especies que la pueblan, de sus aguas y de sus peñas cristalinas, fortalece el latido de los corazones de las dos hembras heridas, y el paso o el trote de mujer y loba, en pos de una vida digna.