Ahora bien, una de dos: o el lector, es decir, usted, se hace el despistado y sale en busca de otro libro con un título menos largo, o se adentra en esta hilarante fábula que, si bien no le ayudará a conseguir ese aumento de sueldo que tanto merece, le hará disfrutar de una pesadilla no tan distinta al «Vuelva usted mañana» que anticipó Larra en el siglo XIX.