En la asombrosa agilidad con la que maneja los diálogos de sus inefables personajes, en el descubrimiento como actriz de la maravillosa Diane Keaton, quien, en el papel de Annie Hall, impone una figura femenina inolvidable, y en la deslumbrante belleza de las imágenes radica esencialmente el valor indiscutible de este filme, cuyo guión constituye una lectura esclarecedora y amena tanto para los que vieron la película como para aquellos que se resistieron a verla.