La joven Eva Gonzalès tiene veinte años cuando es presentada al autor de un indecoroso Almuerzo sobre la hierba. Convencida de que reconocerá su talento, desoye las advertencias de su padre, escritor de éxito, que muestra su preocupación por la reputación turbia de Édouard Manet. ¿No se comenta acaso que el célebre Pífano es el retrato de su hijo ilegítimo?
Eva ignora que el pintor Stevens le ha hablado de ella a su amigo describiéndola como una maja española de temperamento fogoso. No tardará en convertirse en asidua del taller, del propio Manet, y también en su alumna más dotada, para desesperación de Berthe Morisot. Es el comienzo de una relación clandestina, tormentosa y magnífi ca, hasta la extraña desaparición de la joven, en 1872.
Crónica de un amor pero también de una revolución artística, el impresionismo, que supuso la irrupción de las mujeres en la pintura, La amante del pintor es al fi n y al cabo y quizá sobre todo el relato de una búsqueda personal emprendida hace más de medio siglo. ¿Acaso bromeaba el padre de Eduardo Manet aquel día lejano anterior a la revolución cubana en que le confi ó inocentemente la noticia?: «¿Sabes que descendemos del pintor?».