Dediquémonos a serpentear por las angostas calles del Barrio leyendo, con mirada penetrante, detrás de cada uno de sus rótulos, o por las amplias y modernas avenidas de esta gran ciudad "donde se refugia la primavera cuando el invierno baja del Norte como un vikingo depredador". Y en sus plazas, en las que "se agrupan las estatuas como vecinos ilustres y estáticos", sentémonos a dialogar con ellas.
Pero hagámoslo con la linterna de la verdad, como lo quería el más universal de los historiadores alicantinos, Jacinto Segura, sin "dejarse cegar por el amor a la patria que hizo deslizarse a historiadores en falsas narraciones". Sin caminar por los vericuetos de las "medias verdades" pues la realidad histórica alicantina, ora esplendorosa, las más de las veces, ora de sabor agridulce, algunas, brillará siempre como un foco grandioso y resplandeciente.