Él era arrogante y salvaje. Ella era su tormento y su tentación
Con su actitud y su mirada arrebatadora, estaba claro que el ranchero Bruce Everett era un tipo peligroso, justo la clase de hombre de la que Melynda Clay había jurado alejarse. Había acudido a su rancho en busca de tranquilidad, así que caer rendida en sus brazos no figuraba en su agenda.
Jamás nadie había desatado el deseo de Bruce como lo hacía Lyndie. Por mucho que ella se obstinara en negar la atracción que había entre ellos, Bruce conseguiría hacerla suya, en cuerpo y alma...