Aquella mujer había caído del cielo... directamente en sus brazos.
Nada más ver a la bella Lizzie Matheson en la cubierta de su yate, Jack Dunlap supo que por ella podría sacrificar su soledad. La poco convencional y embarazada pasajera estaba volviendo loco al solitario millonario... incluso le estaba haciendo desear seguir con ella a la deriva durante el resto de sus días.
El último sitio en el que Lizzie pensaba acabar era en alta mar con un seductor marinero. Sin embargo, lo que no sabía ahora era cómo iba a poder alejarse de él cuando llegaran a tierra.