El cuerpo es finito y mortal, pero el alma es infinita y eterna. Iyengar trabajaba sobre el alma (jivatma) para abarcar su frontera el cuerpo usando los cinco elementos de la naturaleza con sus infraestructuras, concretamente, tierra, agua, fuego, aire y éter con el olor, el sabor, la forma, el tacto y la vibración. En este equilibrio uniforme, el cuerpo se une divinamente con el Alma divina en una unión divina.